Karla Zúñiga
3er.año
Ésta es la segunda entrega de nuestra historia. Una historia que comienza solo en la dimensión individual y que, al poco andar, amplia su mirada a lo familiar, grupal y comunitario. Un historia que comienza para asistir y que el paso de los años le muestra que la mejor manera de intervención es un trabajo integral, en todas las dimensiones del ser humano. Una historia que retomamos desde los turbulentos años sesenta.
La tercera etapa hace énfasis en la reforma universitaria y la participación estudiantil, caracterizada por la reconceptualización, con la importante reflexión metodológica y politización creciente de aquellos tiempos. Se da un cambio en la actitud profesional, entregando una mirada de carácter científico al Trabajo Social, que fortalece el estudio de la realidad social y los fenómenos sociales para, proactivamente, desarrollar y facilitar en las personas motivaciones para el cambio consciente de sus circunstancias. El énfasis se centra en la persona y no en el problema, poniendo fuerza en la realidad, como sujetos de vivencia de sus problemas y en la acción superadora de situaciones.
A principios de los años 70, con el inicio de la Unidad Popular , se da una radical politización de la sociedad y de la acción profesional dentro de las ciencias sociales, donde la efervescencia popular y la esperanza de un cambio social se ven construido experimentalmente.
Esta fase termina en Chile a raíz del Golpe militar de 1973, donde se restringen los campos profesionales, en especial de las ciencia sociales, las cuales tienen un enfoque humanista y progresista atentando contra los intereses del Gobierno impuesto.
Para inicios de los años ochenta, la carrera de Servicio Social pierde el rango universitario derivado del rol que tuvo la profesión en el movimiento popular. Junto al cierre de diversas casas de estudio, muchos Asistentes Sociales fueron perseguidas en dictadura. De ésta forma, el ejercicio de la profesión fue relegado al ámbito de la asistencia, lo que limita a la atención de casos, cumpliendo una función de administrador de recursos, para auxiliar a los sectores de extrema pobreza. Se redujo de 5 a 4 años la formación con carácter de técnica, bajo el argumento de que la profesión sólo recibía aportes de otras ciencias y no tenía elementos propios.
Dentro de este periodo, los Trabajadores Sociales comienzan a reinsertarse en el ámbito laboral, donde fueron creadores de programas insertos en la realidad social; llamado tercer sector u ONG’s, las cuales dieron paso a los talleres productivos, bolsas de cesantes, comedores infantiles, ollas comunes, comités de vivienda, etc. Es así, que se da paso a la inserción de la realidad cotidiana de las personas, dando reconocimiento de la comunidad hacia el profesional. Así mismo, la profesión se vio involucrado en área de los derechos humanos, donde los Trabajadores Sociales tuvieron una importante labor en la defensa de la vida y la libertad de las personas, denunciando abiertamente los abusos del régimen dictatorial, que abarca inicialmente la atención a las víctimas de la represión política y sus familiares, extendiéndose a los derechos comunitarios, laborales, generacionales y, por qué no también, ambientales.
La profesión asume como una función prioritaria el promover los procesos de participación de las personas en las nuevas políticas sociales, a través de la tarea organizativa y educacional, especialmente en el trabajo con grupos y comunidades.
La importante labor de los Trabajadores Sociales en la promoción de políticas y servicios públicos, ha conllevado consigo el reconocimiento local hacia los profesionales, sin dejar de atribuir el desempeño de la historia presencial que se tiene del Asistente Social.
Posteriormente y luego de un prolongado trabajo de muchos dirigentes del gremio de Trabajadores Sociales, en el año 2005 se logra la recuperación del rango académico entrando en vigencia la Ley 20.054, que modifica la Ley 18.962 Orgánica Constitucional de Enseñanza y reestablece la exclusividad universitaria del Trabajo Social, para lo cual en sus disposiciones establece que los Institutos Profesionales que impartan las carreras de Trabajo Social o Asistente Social podrán continuar otorgando el título profesional. También establece que las Universidades que impartan dicha carrera deberán establecer planes y programas especiales para los Asistentes Sociales que hubieren obtenido el título en institutos profesionales reconocidos por el Estado, para que puedan optar al grado de licenciado y al título profesional de Trabajo Social.
Finalmente, la historia de nuestra futura profesión nos insta a la transformación personal y social, enriqueciéndonos de las experiencias adquiridas, sin perder la capacidad de asombro al observar la realidad social para generar una visión crítica acerca de lo que rodea a nuestra carrera. Así, podremos llevar a cabo la acción transformadora, implícita en la profesión, desde nuestro fuero interno hacia objetivos más globales.